Yo crecí entre curas
Durante los últimos años he
visto, escuchado y llegado a leer del abuso sexual, acoso y hasta violaciones
perpetradas por curas, malvadas personas que le han hecho mucho daño a jóvenes que
depositaron muchas veces su confianza en la persona equivocada, muchos de esos
curas se llegaron a desviar de su credo, de sus ideales, y por eso deberán ser
juzgados y castigados tanto canónicamente como civilmente con toda la fuerza de
la ley que tenemos en la actualidad.
Tampoco he sido ajeno a leer y
escuchar sobre Obispos y algunos altos jerarcas eclesiales tanto de mi país
como de otros países y dentro del Vaticano, cabezas de la Iglesia, que han
ocultado y hasta protegido a esos curas que se convirtieron en todo lo opuesto
a lo que predican, también estos cómplices deben de ser juzgados y castigados
con todo el peso de la ley, por ser parte de actos que de una u otra manera,
socaban los principios cristianos que se comprometieron defender.
Yo crecí literalmente entre
curas, la mayoría diocesanos, otros de ordenes como Franciscanos, Dominicos,
entre otros; algunos con sus fuertes votos de pobreza y dedicados a la
evangelización y a la educación, otros dedicados a los laicos completamente, llegué
a trabajar también con curas en el Colegio Seminario en San José, mis hermanos
casi de igual manera, y en mi familia tengo dos primos curas, un tío cura,
familiares y grandes amigos también de lleno en la vida de la Iglesia.
Mi padrino de confirmación es
cura igualmente, me enseño en mi adolescencia desde mejorar mi responsabilidad
hasta saber afrontar las consecuencias de las acciones que cometí en momentos
de mi vida, fue un guía en muchos asuntos que de otra manera ni hubiese tenido
a mi lado ese gran consejero, de igual manera otros curas marcaron mi vida,
grandes curas de la Parroquia de Aserrí, de San Ignacio de Acosta, de Llorente
de Tibás, de la Gloria de Puriscal, y de ellos solo puedo decir que aprendí
cosas que hoy en día me han ayuda a ser una gran persona con principios muy
sólidos.
Nunca faltan en la vida esos
amigos que te “vacilan”, diciendo bromas al respecto de esos años que estuve
muy comprometido en la vida interna de Iglesia, algunas veces comentarios
chistosos y otros más pasados, pero que siempre causaron en mi la misma reacción,
“nada”, esto por qué, durante mis años dentro de la Iglesia, nunca tuve una
incidencia que se relacionará con alguna insinuación sexual o algún acoso por
parte de algún cura, de hecho por muchos años le he preguntado a muchos de los
que por años estuvimos ahí siendo monaguillos o sacristanes del templo, y
siempre he obtenido las misma respuesta generalizada de que no, podría ser que alguien
tenga vergüenza, miedo a que dirán, no sé realmente, pero si estoy seguro que
la mayoría vivió igual que yo, una época de mucho crecimiento espiritual y de
compartir que nos marcó la vida a cada uno de nosotros.
La mayoría de los curas que
recuerdo con mucho aprecio, fueron muy sencillos y humildes, con sus sotanas en
algunos casos hasta recosidas, pero con un gran respeto a los niños y niñas que
muchas veces pasábamos más tiempo en el templo que en nuestros hogares, y el
ambiente siempre fue el mismo, de respeto y de saber mantenernos también a
nosotros por el camino del bien actuar ante todo, desde enseñarnos por medio de
“cursos” las nociones básicas de la misa, hasta explicarte temas que en su
momento eran hasta complicados de explicar para con nosotros, si vi curas pegar
gritos de cólera por una “torta” cometida por nosotros o alguna persona,
escuche regaños cuando alguien se merecía que lo corrigieran, hasta un “madrazo”
una vez que otra en un momento de mucho estrés. Pero nunca los vi acariciar y
mucho menos decir cosas con intensiones sexuales o de acoso e insinuación… si
vi la dureza que tuvieron sin considerar el tamaño, color o posición económica a
cualquier persona que lo requiriera… ahí siempre los vi ser parejos para todos.
Me llena de mucho pesar, que hoy
en día se generaliza a todos los curas, y peor cuando escucho a alguien decir
que la propia Iglesia Católica ha promovido y sigue promoviendo la pedofilia
entre los curas, y cuando leo a personas que se escudan en las redes sociales
para tirar piedras al aire contra la Iglesia sin asco. Lastimosamente esa gente
que es buena para “tirar parejo”, nunca las he escuchado o he leído que
reconozcan a esos miles de curas que se sacrifican en las comunidades donde
están, muchas veces algunas comunidades donde ni las propias autoridades
estatales quieren ir, ya sea por lejanía o por inseguridad, donde pocos quieren
entrar a servir como lo hacen algunas veces ellos.
En mi memoria siempre quedarán buenos
recuerdos, grandes consejos, buenas regañadas y hasta ayuda económica en
momentos duros de mi vida de esos hombres, que algunos de familias muy bien
acomodadas hasta los que la pobreza siempre fue parte de ellos, desde monjes
sencillos, frailes carismáticos, diocesanos comprometidos, obispos consejeros
que alguna vez pasaron por mi vida, pero todos seres humanos al igual que yo y
usted, que decidieron tener esa profesión tan maltratada por algunos que no la
han sabido defender, pero que otros dan hasta su vida por ella.
Finalmente yo no me puedo quedar
callado ante esto que está pasando en la actualidad, pues mi conocimiento de
causa no me permite dejar que la gente solo vea lo negativo, cuando lo positivo
en la gran mayoría es más, sí, acusemos a los curas que cometieron actos
perversos, a los que encubrieron también estos actos malvados, pero debo
reconocer públicamente, que yo solo puedo agradecer mucho a esos curas que tuve
el privilegio de conocer, algunos ya partieron, otros siguen en la lucha, me
enseñaron y solo puedo agradecerles el haberme hecho crecer, mi agradecimiento
podría quedarse corto en muchos casos, pero fueron parte importante de mi crecer
como persona, por eso es puedo decir que no todos son iguales, porque
generalizando solamente estamos equivocándonos aún más.
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